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Tres razones de nuestra salvación




Por: Herman Hartwich

Hoy de la mano de Herman Hartwich veremos detalladamente 3 razones vitales para poder obtener nuestra salvación, sin la cual estaríamos perdidos eternamente.

Mis queridos amigos un saludo caluroso en nombre de nuestro Señor Jesucristo, deseando profundamente en mi corazón que hoy más de uno, o muchos puedan encontrar la salvación.

Alabo a Dios por lo que él es, y por lo que significa para mí y debe significar para ustedes, porque es la razón de mi vida y yo no puedo dejar de alabarle y de servirle por eso. Ya que tengo una vida con él, una relación con él. Acerca de esta relación y de cómo iniciarla, es lo que quiero mostrarles en el evangelio de Juan 3:16 al 21. Para algunos deben de ser versículos muy conocidos, pero para otros tal vez es la primera vez que los leen. Estas palabras de Jesús, se las dirigió a un hombre anciano, un principal de la religión hebrea, y aun así no entendía estas cosas, y podríamos decir que era un ciego espiritual, como lo vemos hoy día.

Personas que son cegadas por la religión. Por dogmas humanos que les han sido enseñados y los han aprendido, así dice Isaías 29:13 Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; así que vamos a la Palabra de Dios que es la base y razón de nuestra fe, Juan 3:16-21 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya es condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación; que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprobadas. Pero el que obra verdad, viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.“

Sin duda la salvación es un hecho sorprendente y nunca dejará de producir alabanza y gratitud en nuestras vidas. Sin embargo, es el mismo Jesús que nos presenta tres razones por las cuales Dios nos ha salvado. Primeramente como lo vimos en el versículo 16, “porque Dios envió a su hijo “Dios nuestro creador y nuestro sustentador, mando a su hijo, a pesar de que le dimos la espalda, le negamos y preferimos las tinieblas.

Quizás has estado huyendo de Dios todos estos años, o has estado evitando confrontarte con él. Pero Dios te ama aun, y su amor le movió a buscarte, hasta tal punto que dio a su único hijo. En algunos versículos anteriores también Jesús había hecho referencia a la historia hebrea de cuando Moisés estaba en el desierto, el y todo el pueblo fueron atacados por serpientes ardientes. Todo el que era mordido por estas serpientes venenosas moría, y solo se salvaban los que miraban a la serpiente de bronce que estaba enroscada en una asta, que Dios mismo había indicado a Moisés que pusiera allí.

De esta misma forma será necesario que Jesucristo fuera levantado en la cruz, y todo aquel que creyera en él, que le mirara, y que creyera realmente que el es el salvador, no quedara apartado de Dios para siempre. El propósito de Dios es que tú tengas vida eterna.

Pero también podemos ver otra razón, por la que su hijo no nos condena. En los versículos 17 y 18 vimos que él envió a su hijo para salvación, y no para condenarnos. Esto mismo lo dijo Jesús en más de una oportunidad; yo no he venido a perder las almas, sino a salvarlas, no he venido a juzgar sino a perdonar. Algunas personas se preguntan ¿porque Dios nos hizo y después nos dejó pecar? Y la respuesta es que nos ha creado con libre albedrío, y somos nosotros los que tomamos la decisión. Somos nosotros los que optamos por rechazar a Jesús y de hecho estamos optando por la condenación eterna; por el infierno. Jesús dijo que el infierno fue creado para el diablo y sus ángeles.

En tercer lugar, él envió por la manifestación del amor del Señor para con nosotros, porque su hijo es luz. Pero la luz es rechazada por los que aman las tinieblas. Cuando levantamos una piedra grande, donde hay un poco de humedad encontramos algunas lombrices y bichos de humedad que enseguida procuran esconderse de nuevo en la tierra, al igual muchas personas no aman la luz, porque están habituados a vivir en tinieblas, en la oscuridad espiritual y emocional y cuando la luz se acerca quedan en evidencia sus pecados y maldad. Muchas de estas personas son de apariencia muy correctas y sanas en la sociedad o en la familia, pero si bien se acercan a la luz quedan en evidencia de que no le tocan ni los talones a la luz de Jesús. La Biblia dice que nuestra justicia delante de Dios es como trapo de inmundicia. Pero la luz además de manifestar nuestro pecado, manifiesta también las obras de Dios.

A partir de estas tres razones podemos concluir que nuestro Dios, es un Dios inmensamente grande, lleno de amor que no desea la condenación de nadie, pero su presencia es clarificadora, y pone de manifiesto nuestra profunda necesidad. Quizás esta en casa o viajando en un coche o donde sea que estés, acércate a él, mira tú profunda necesidad, y el vacío que hay en tu corazón. ¿Por qué no permites que Dios entre a tu vida y comience a llenarte y alumbrar tu conciencia, comience a limpiarte y a gobernar tu vida, y conducirte? Esto es lo que él quiere hacer y darte la vida eterna abundante. Acéptala y será la mejor decisión de tu vida.

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