¿Qué dice la Biblia sobre el amor?
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” 1 Juan 4:8.
Escrito por Kathryn Albig
¿Qué es el amor?
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” 1 Juan 4:8.
Cuando pensamos en amor es fácil pensar en los buenos sentimientos. Pero el verdadero amor no depende de los sentimientos. Se trata de algo mucho más que lo que siento por alguien, un amor romántico, un miembro de mi familia, un amigo, un compañero de trabajo. A menudo se da y se recibe amor con la intención de que YO reciba algo a cambio. Pero, ¿qué hago cuando me cuesta algo amar a alguien? ¿Qué dice la Biblia sobre el amor?
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” 1 Corintios 13:4-8.
Pero entonces, ¿qué es amor? Cuando hago todas las cosas sin darle importancia a mis sentimientos o independientemente de las acciones de los demás, esto es amor. En ocasiones no siento que puedo amar cuando soy tentado a la ira, a la impaciencia, a buscar mi propio bien, a pensar lo peor de alguien, a renunciar a algo. Pero cuando niego estos sentimientos y me regocijo, tengo longanimidad, me humillo, llevo las cargas de los demás, soporto todas las cosas – y un verdadero amor se manifiesta. El amor da su vida – aquellas reacciones naturales y exigencias que son parte de la naturaleza humana – y no espera nada a cambio.
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Juan 15:13.
Amar primero
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4:10. Es muy bueno si alguien me ama, y yo lo amo de vuelta. Eso es fácil. Pero esto no es una prueba de amor. Dios nos amó antes de que nosotros lo amáramos, y no hemos hecho nada para merecer este amor. ¿Qué sucede si alguien me ha tratado mal? ¿Dónde está mi amor entonces? El amor da, y no sólo a los que son buenos con nosotros. Ama a sus enemigos; ama primero. Y no desaparece si el amor no es recíproco. Todo lo soporta.
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Mateo 5:44-45.
El amor de Dios
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” 1 Juan 4:20-21.
Nuestro amor a Dios no es mayor que nuestro amor por nuestros semejantes. El amor de Dios no cambia según las circunstancias. Está firmemente arraigado.
Como humanos tenemos la tendencia de querer que los demás cambien. Sentimos que es difícil amar a alguien, así como es, y preferimos que fuera diferente. Esto es una prueba de que estamos más preocupados en nuestra propia felicidad y comodidad que del amor por los demás; buscamos nuestro propio bien.
La verdad es que, en lugar de esperar a que los demás cambien, tenemos que encontrar nuestro propio pecado y purificarlo. El interés propio, la actitud de que soy un “sabelotodo”, la arrogancia, la terquedad, etc… pecados que encuentro cuando estoy con los demás. Si nos purificamos de todas estas cosas entonces podemos llevar carga, creer, esperar y soportar todo por los demás. Los amamos así como son, y podemos orar por ellos con un amor de Dios sincero y cuidar de ellos.
Ninguna excepción para amar
No, no hay ninguna excepción. Ningún pensamiento de que “Esta persona no se lo merece.” Jesús dio su vida por nosotros, y esta fue la última prueba de lo mucho que Él nos amó. Nunca alguien ha merecido esto en menor grado que nosotros. Amar no significa estar de acuerdo con el pecado de los demás, o decir que todo lo que hacen está bien. Más bien, es llevar su carga, orar por ellos, tener fe por ellos, desearles lo mejor. Esto es ir a la acción a pesar de lo que siento. Entonces puedo pasar de tener una aversión natural por alguien a tener un amor verdadero por ellos. Si quiero ayudarlos y hacer que se conviertan de las cosas que podrían ser perjudiciales para ellos, puedo exhortar, aconsejarlos o corregirlos, pero sólo puedo hacerlo cuando lo hago a partir de un verdadero cuidado por ellos.
Todas las personas con las que estoy deberían sentir una atracción y un querer de acercarse a Cristo a través de mí. El amor es lo que atrae y acerca a la gente. La bondad, la compasión, la mansedumbre de corazón, la paciencia, el entendimiento. ¿Cómo puede alguien sentir atracción y acercarse si la experiencia que tiene de mí es de impaciencia, soberbia, insolencia, odio, etc.?
Si siento que me falta verdadero amor de Dios entonces puedo orar a Dios y pedirle que me muestre cómo puedo conseguir más. Pero tengo que estar dispuesto a renunciar a mi propia voluntad y pensar primeramente en los demás antes que en mí.
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” 1 Corintios 13:13.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
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