El fenómeno de ‘La Niña’ enciende las alarmas en Colombia
El país no está preparado para enfrentar los excesos
de lluvias que se esperan en los próximos meses, según la Unidad para la
Gestión del Riesgo de Desastres
Colombia ha encendido las alarmas por la
posibilidad de que un nuevo fenómeno de La Niña cause grandes
estragos en los próximos meses. Tras un periodo de sequía por El Niño,
la disminución en las temperaturas del océano Pacífico ecuatorial alerta ahora
sobre una temporada de inundaciones masivas, deslizamientos de tierra y
ciclones. El presidente Gustavo Petro reconoció el en el pasado mes de mayo la gravedad de la
situación y ordenó la creación de un Puesto de Mando Unificado (PMU). “Todos
los alcaldes y alcaldesas deben tener claras sus zonas de alto riesgo
climático”, remarcó. Mientras tanto, la Unidad Nacional para la Gestión del
Riesgo de Desastres (UNGRD), inmersa en un
escándalo de corrupción, advirtió que el país “no está listo” para
el desafío. Empiezan, entonces, unas semanas decisivas para mitigar los
impactos más destructivos.
El fenómeno no debe confundirse con la
usual temporada de lluvias, que ya comenzó. En los Andes y el Caribe, estos
periodos son habituales entre abril y junio, y entre octubre y diciembre. Las
precipitaciones de La Niña, en cambio, son más imprevisibles. No
tienen ciclos exactos y responden a la probabilística, lo cual hace que
acontezcan en algunos años y en otros no. En el caso de 2024, el Instituto de
Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) pronostica que hay
alrededor de 69% de posibilidades de que el fenómeno se
manifieste entre julio y septiembre. Los estudios indican
que se da cuando transcurren cinco meses consecutivos en los que la temperatura
de las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial están 0,5 grados
Celsius por debajo del promedio. Puede
que ocurra, como puede que no.
El director de la UNGRD, Carlos Carrillo,
ha reconocido que el país no está listo para enfrentar el impacto de La
Niña, que hacia finales de año coincidiría con la segunda temporada de
lluvias. “Es una realidad, hace parte de las consecuencias de no haber
afrontado las preparaciones con la debida profundidad y rigor”, dijo a
principios de este mes en declaraciones a medios. No ha eludido que su
predecesor, Olmedo López, está implicado en casos de corrupción que han
golpeado al Gobierno de Petro y que incluyen sobrecostos en varios contratos.
“Muchos proyectos de la UNGRD no se han hecho por corrupción”, reconoció
Carrillo, que reemplazó a López hace poco más de dos meses.
El profesor Prieto considera que uno de los
principales problemas es que muchas personas se han asentado en humedales
durante los últimos meses. “Venimos de una temporada de sequía en la que los
humedales se secaron. Eso hizo que haya personas que se fueron a vivir ahí
porque creyeron que eran terrenos aptos para viviendas. Pero después llega la
lluvia y el agua recupera su espacio”, remarca. Para el experto, lo principal
en estos meses es fortalecer los sistemas de alertas tempranas con instrumentos
como medidores de caudales en los ríos. “Las amenazas no se pueden eliminar
porque no se puede eliminar a La Niña. Pero sí podemos reducir las
vulnerabilidades y reubicar a las poblaciones en riesgo”, afirma.
Deivis-Morales añade que hay que revisar
los puntos críticos en las montañas con peligro de derrumbe y en los ríos con
probabilidades de desbordamientos. “Ya se han detectado sitios críticos en
montañas que siempre se desploman cuando llueve. Ya deberíamos estar
revisándolos y evaluando medidas, como colocar geotextiles y barras. Pero las
medidas siempre las implementamos tarde, cuando la montaña ya se cayó y todo es
más caro”, apunta la profesora, que también menciona la necesidad de reforestar
las riberas de los ríos.
La académica advierte, además, que algunas
obras de infraestructura son contraproducentes. “Históricamente hemos desviado
el cauce de los ríos para hacerlos en línea recta. Pero el agua tiene memoria.
Cuando le quieres quitar la curva a un río que lleva miles de años con esa
vuelta, el río se acuerda y se inunda”, subraya. Prieto coincide: “Los diques fallan por tratar de
frenar el pulso del agua, sin comprender que tenemos que adaptarnos a ella. El
26% del territorio colombiano corresponde a humedales, es decir, áreas
inundables. La perspectiva que debe tener Colombia es la de un país anfibio:
debe ordenarse en torno al agua, no buscar frenarla”.
Tomado de El País
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