La eterna lucha contra el desempleo
Ni en la reforma pensional ni en la laboral se habla de disminuir el
desempleo, un asunto que parece olvidado por las políticas públicas de este
Gobierno y por el sector productivo
Algún
día vendrá un Gobierno Nacional que desde la misma concepción de su Plan
Nacional de Desarrollo diseñará
estrategias para mejorar la calidad de vida de los colombianos generando más
empleo formal, bien remunerado y con salarios emocionales que vinculen a
empleados con empleadores, empresas y toda la calidad en la batería de
servicios y productos que prestan o elaboran, para el mercado
nacional o internacional.
Los últimos cuatro o cinco gobiernos no le han
prestado mucha atención a la generación de empleo formal, empujando a Colombia a
una suerte de “país del rebusque” en donde a nadie le importa que la economía
informal sea más grande que la formal.
Es
inherente al ser humano sobrevivir, rebuscar, trabajar en lo que tenga a la
mano o esté a su alcance para satisfacer sus necesidades básicas como son
vivienda, alimentación, educación, salud, entretenimiento y seguridad; pero es obligación de los gobiernos locales,
regionales y nacionales ayudarles a las personas y sus familias a tener un
trabajo digno, bien remunerado para que sus hijos puedan acceder a la
educación, bien alimentados y con un techo para romper con la cadena de la
pobreza.
Es
simple: un padre o madre cabeza de familia si cuentan con un trabajo formal,
garantizarán que sus hijos vayan al colegio, progresen y tengan mejores
oportunidades en la vida, pero si no hay trabajo, no habrá casa, mercado o
educación. ¡Es el trabajo, es el
empleo! Diría algún analista económico parafraseando la campaña de Bill Clinton
en los años 90.
En Colombia desde hace varios lustros el desempleo
cobija o afecta a dos millones y medio de personas en edad de trabajar, sin que
ningún Gobierno Nacional presente leyes ni siquiera planes de desarrollo
enfocados a resolver ese problema que condena a la sociedad a la pobreza sin esperanza de
salir de ella. Y no es de quitarle al rico para darle al pobre, es vitaminizar
al sector productivo y hacer eficiente al Estado para que se generen los
empleos formales que Colombia necesita.
No puede ser que la tasa de desempleo esté por
encima de dos dígitos ni que en estado de desocupación haya 2,5 millones de
personas.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, dio a conocer
que en mayo hubo 2,6 millones de
desocupados, 5.000 más que en el mismo mes de 2023.
No obstante, la tasa de desempleo bajó levemente a
10,3% desde 10,5% de mayo del año pasado, siendo el segundo mes consecutivo en
el que se reduce.
Yerra el Gobierno Nacional cuando en sus reformas que ha priorizado en el
Congreso en las dos primeras legislaturas, no pone a la generación de empleo
formal dentro de su eje objetivo.
En
las mismas reformas al sistema pensional como al laboral, la palabra desempleo
brilla por su ausencia. La reforma
laboral debería enfocarse en que el sector productivo tenga el escenario de
generación de empleo, más flexible y más competitivo; lo mismo que en lo
pensional, en donde no se hace nada para que más colombianos
coticen trabajando dentro de la formalidad.
La
informalidad es el gran enemigo de la economía: los informales no pagan
impuestos, no cotizan para pensiones, no les interesa construir una sociedad
con más futuro y organización. Hacer
que Colombia tenga una cultura de trabajo formal requiere un gran pacto social
por la legalidad y la construcción, que bien debe liderar el Gobierno de turno.
No hay comentarios